
Casi siempre evitamos hablar de la muerte porque nos produce miedo, angustia, temor, pánico, algo oscuro, pero yo hoy quiero hablar de ella, porque, precisamente, estamos a las puertas del Día de Todos los Santos, y además, la muerte es un proceso transicional de la vida, y deberíamos de tratarla de forma natural desde la infancia. Sabemos que existen creencias religiosas que la muerte representa motivo de alegría porque se avanza a otras formas de vida diferentes.
Algunas personas prefieren ser incineradas, porque el proceso natural de descomposición y oxidación es más acelerado, y, además, el fuego es símbolo de luz, de otra forma, el proceso de descomposición del cuerpo físico es mucho más lento, aunque el resultado final siempre es el mismo, ya que nos llegamos a convertir en cenizas, pero en el caso de la incineración o cremación, las cenizas pueden ser lanzadas al mar, a la montaña, o guardarlas.
Lo que está claro es que, la incineración o cremación, es un ritual diferente, y que ayuda a acortar el período de despedida del difunto, por lo que los seres queridos rompen más fácilmente el vínculo con el difunto.
